- Calle Real, barrio Cabrero # 42 - 149 | Cartagena - Colombia
- Horario: Mar - Dom 9:00 a. m. - 4:00 p. m.
En esta exposición traeremos una pequeña muestra de mis muñecas – de mis niñas- de 1830 a 1930. Si la prueba es buena y quieren recordar todos nuestros años: las muñecas que hemos visto y conocido, haremos una próxima exposición que sería una retrospectiva de la muñeca más antigua a la más moderna, pero con una salvedad no son Barbies. Desde mi forma de pensar y sentir de abuela, las Barbies son las culpables de la anorexia y la bulimia que padecen tantas niñas queriendo imitarlas para lucir como palillos, lánguidas como hojas mustias, olvidando la alegría y el color sonrosado de las mejillas.
Desde nuestros antepasados, los egipcios y los griegos ya sentían la necesidad que nace del corazón femenino de abrazar y amar a un pequeño bultico, que con el pasar de los años se convertiría en nuestros hijos.
Los antiguos habitantes de los Balcanes dejaron tras de sí rastros que indicaban que habían muñecas en ese entonces, unos rastros que han salido a la luz a través de excavaciones realizadas allí.
En algunos museos del mundo podemos descubrir pequeñas figuras humanas que servían como objetos de culto, ofrenda o sacrificios, amuletos o talismanes, que probablemente fueron juguetes de niños. Estos pequeños objetos eran hechos en arcilla o madera de forma muy primitiva.
Nuestros aborígenes también tenían muñecos elaborados con tusas de maíz revestidas con el capacho de la mazorca que simulaba un traje, figuras primitivas pero muy tiernas. En la edad media – especialmente en círculos muy privilegiados- los muñecos estaban destinados al entretenimiento de adultos, solo a finales del medioevo los niños comenzaron a jugar con ellos.