Historia

Un momento de fantasía

A través de este video, protagonizado por la Sra. Socorro Gómez de París (fundadora del Museo de muñecas Un momento de fantasía), podrá conocer una parte de la historia de este grandioso proyecto.

Historia

Con cierta melancolía, vuelvo la mirada a los años entrañables de mi infancia, época rosa donde al nacer me esperaba mi primera muñeca (ShirleyTemple); jugué con ella, la mimé y fue para mí mi primera hijita. Mi madre, con su amor y paciencia, tejía para mi “nena” su ropa y cuidaba con esmero su peinado. Prueba de ello es cómo luce hoy, después de 69 largos años, bien peinada y compuesta.

Muñecas, de izquierda a derecha:
J D K 257. 8
Simón & Halabic 126. 6
Simón & Halabic 126. 9

Mi primer encuentro con las muñecas antiguas de porcelana fue en el consultorio de mi pediatra. En esos días lluviosos bogotanos, padecí innumerables gripes y enfermedades de la garganta, por las cuales era felizmente llevada al consultorio del doctor Molano y tenía oportunidad de contemplar esas espléndidas muñecas de cabellos rubios ensortijados y largos. La muñeca seguramente era de finales del siglo anterior (1800), hoy podría asegurar que era una Armand Marselle: tenía una preciosa cara de porcelana, con ojos azules y bellos cabellos; deseosa de que una de las niñas – como yo – fuera su propietaria, o mejor, su mamá.

Con el correr de los años, ansiaba que las muñecas que había en la casa de mi bisabuela o mi abuela fueran mías, sin sospechar que luego de 15 años, todas esas muñecas que amé, soñé y – ¿por qué no decirlo? – envidié, llegarían a mis manos por bondad del Señor; de ahí en adelante, todos mis premios, navidades y cumpleaños, traerían una muñeca para mí.

¡Increíble!, al cumplir 15 años mis padres se negaron a que esa Navidad mi aguinaldo fuera una muñeca y decidieron regalarme 2 hermosos aderezos, uno rosado (Rosa de Francia) y otro azul (Aguamarina), fue una Navidad muy triste ya que no iba a tener mis muñecas. Lloré y lloré desconsoladamente: como hija mayor y malcriada, nada me consolaba. Al amanecer del 26 de diciembre, mi padre desesperado salió a comprar mi ansiada muñeca; imagino que llegaría al almacén antes de abrir y luego entraría angustiado a escoger a la muñeca más grande y linda para su “Soquito”.

Así crecí y aún sigo creciendo, mis hijos, en sus viajes por el mundo, buscan siempre una muñeca para mamá, nueva pero de la época que yo amo.

Cuando crecí un poco más y tuve disponibilidad de “pesitos” y total libertad de voluntad, dediqué mi tiempo y mis ahorros a mis muñecas, pues me hacen feliz y me acompañan. Tengo muñecas, no solo de porcelana, también corrientes de celuloide, de trapo; herencias de toda clase: francesas, alemanas, españolas, chinas, de la época de 1830 a nuestros días.

Conoce la colección de muñecas y carritos de nuestro museo.

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